¿Cuántos niños no hay en el mundo que se dedican a las calles? El número es determinado, pero el dolor es infinito al saber que uno de esos niños, pudo ser presidente de algún país y terminó perdiéndose en las drogas y en la delicuencia
En Guayaquil, una ciudad metropolitana, donde es posible observar de todo, donde las calles, suelen ser hogar para muchos y que para otros solo son lineas para llegar a un lugar...
Carlitos, un niño de ojos mieles, cabello negro, soñador.... su mamá falleció al momento que él naciera y su papá alcohólico quien aprovechaba de la inocencia de su hijo. En un entorno que no veía progreso, siempre quiso ir a la escuela, pero Carlitos jamás pisó ese lugar llamado escuela. Su historia comienza en las 4 paredes de su casa, con un padre que nunca se preocupó por él, cuando el infante decidió buscar futuro en las calles, no sabía como empezar, el era un niño totalmente solo pero al principio pedía limosna, a sus 8 años ya sabía que era un dólar y la gente lo único que le daba era unos cuantos centavos, necesitaba comer entonces ese negocio no le resultaba factible, se dedicó a vender caramelos en buses, tampoco le pareció que ganaba mucho, así estuvo dos años con el negocio de los caramelos, con la corta edad que tenía, sabía cual era el bien y el mal, que significaba robar y cualquier otro tipo de negocio ilícito. A los12 años conoce un chico de aspecto muy dulce, Francisco, de 15 años,alias tijerita, tenía muchas ideas en su cabeza, a pesar de andar en las calles, sí tenía una familia, con una mamá muy estricta, pero Tijerita, prefirió irse de su casa. En una situación de crisis económica, buscaban las formas de salir adelante estos dos niños.
Carlitos, andaba mucho con Francisco, que hasta un alias tuvo, que fue Michu, por sus ojos mieles, su vida ya no era la venta de caramelos, su amiguito decidió llevarlo al mundo oscuro de las drogas, estas sustancias hicieron tanto en el niño, que cada vez que las consumía olvidaba hasta su nombre, lo que hizo que Tijerita aprovechara de él y lo haga robar, al principio inició con ir a los supermercados a coger golosinas "sin permiso", luego arranchar carteras y después asaltaba a mano armada a cualquier persona que no le quisiera dar sus pertenencias. Una noche del 24 de diciembre, sin un amigo a su lado. El niño que lo apodaban Michu, falleció de una sobredosis de perica, como le llaman en su mundo, a sus 20 años y así fue su historia terminó en completa soledad, en una calle de Guayaquil.
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